sábado, 16 de octubre de 2010

LA ORACION Y SU NECESIDAD SIN DESFALLECER

La Palabra de Dios insiste en ésta urgencia y se puede resumir asi: La Oración es la fuerza que en silencio, sin hacer ruido, cambia el mundo y lo transforma  en el Reino de Dios. La O. se convierte en un gemido del Espíritu, un grito del alma que penetra en el corazón de Dios. La O. es un combate contra nosotros mismos, es decir es una lucha porque nos pone decididamente del lado del Señor, para combatir la injusticia y vencer el mal con el bien, es el arma de los pequeños y de los pobres de espíritu como lo demuestra la viuda del Ev.Lc 18 que va donde el Juez para pedirle que la defendiera de un enemigo que tenia. Es preciso orar siempre, mantener el contacto con Dios continuamente, sin desfallecer, aunque parezca inútil  en ocasiones. Hay que realizar acciones humanas, como lo es enfrentar en la lucha al enemigo. La lucha diaria por la supervivencia, en la experiencia del trabajo, la lucha por adquirir conocimientos necesarios para adecuarse al mundo actual, la lucha contra la enfermedad, la lucha contra los problemas de relación conyugal; pero ésto se gesta desde la perspectiva espiritual, donde reconocemos que el espìtu del mal quiere engañarnos, apartarnos del amor de Dios, hacernos salir del camino que lleva a la salvación.. Cada uno puede `ponerle nombre a su batalla. Así como ésta batalla entre los israelitas y amalecitas Ex 17.8 y fue la O. elevada con fe al verdadero Dios lo que determino el desenlace de aquella dura batalla. Mientras Josuè y sus hombres afrontaban en el campo a sus adversarios, en la cima del monte Moises tenía levantadas las manos garantizando la victoria de Israel, Dios estaba con su pueblo, quería su victoria, pero condicionaba su intervención a que Moisés tuviera en alto las manos.. Dios necesita nuestras manos levantadas como Jesús en la cruz: brazos extendidos y clavados con los que el redentor venció la batalla decisiva contra el enemigo infernal. Su lucha, sus manos alzadas hacia el Padre y extendidas sobre el mundo piden otros brazos, otros corazones que sigan ofreciéndose con su mismo amor hasta el fin del mundo.

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